martes, 28 de abril de 2009

Hace tiempo


Era un domingo por la tarde, casi anocheciendo.

Peter me dejó justo al lado del metro, donde soliamos quedar todos a la misma hora, hace años.
Ese metro por el que, cada día, personas de distintas razas y personalidades, pasaban.
Ese metro que nos vio buscar, encontrar, y, sobretodo, perder.
-Esto...Peter, no hace falta que esperes, no pasa nada si me quedo sola un tiempo.
Él me miro, se rasco su canosa barba de tres días y después, asintió.
-Esta bien...llamame al móvil o...llama a casa directamente si quieres...si necesitas algo.
Sonreí.
-Si necesito algo, te llamaré a ti.
Y se fue. De verdad que agradecía un montón que Peter fuera mi padrastro. Muchísimo. Se esforzaba de veras en que, al menos, me cayera bien. Y la verdad esque lo estaba consiguiendo.
Caminé hacia la entrada y, sin meditarlo, me encendí un cigarro.
No tenía ganas, la verdad. Nunca fumaba.Vamos, no solía hacerlo. Solo tenía ese cigarro que Susan guardó en mi bolsillo, para que su sobrino no se lo comiera.
Maldito niño, siempre comiendose cualquier cosa.
En todo caso, le quería.
A los 3 minutos, lo tiré al suelo, y lo apagué.
¿Que por qué estaba ahí, sola?
Ni yo misma lo sabía, tal vez nostalgia por lo pasado, tal vez ganas de perder el tiempo.
-Anda...
Algo habia captado mi atención.
¿Cuántas personas había en esa ciudad que llevasen pantalones de zebra, zapatillas amarillo chillón y un pelo tan anaranjado como el atardecer mismo?
Sólo una.
Y estaba allí, con sus andares de siempre, como si nunca hubiese cambiado, tan despistado que...
Cualquiera diria que es turista o algo.
¿Sueco, irlandés...?
De repente, se dio la vuelta.
Me miró.
Le miré.
Al principio no se dio cuenta, pero le sonaba mi cara.
Tiré y pisoteé el cigarrillo.
Y allí nos saludamos, como si estos 4 años no hubiesen pasado nunca.